Tu bebito, que hasta hace apenas poco tiempo dependía completamente de ti, se ha convertido en todo un personaje. El juego es el centro de su vida. No hay nada que le importe más en el mundo. El momento más maravilloso para él es cuando tú le dices “juguemos”.

A esta edad les encanta la música. Son todos unos compositores si le pones al frente un tambor, una pandereta o un xilófono. Basta con que tú estés a su lado y le enseñes pequeñas composiciones que tengan armonía. Él, la pasará de lo lindo.

También les fascina bailar. Puedes poner música y pedirle que bailen juntos. Inesperadamente le dices “¡Estatua!” y los dos deben quedar tiesos. El que primero se mueva, pierde. Después él tendrá el turno para dar la orden. Verás cómo no para de reír.

Todo lo que tenga que ver con correr o moverse, le parecerá estupendo. Disfruta mucho si juegas con él a “perseguidos”. Uno debe corretear al otro hasta que lo alcance y luego cambian los papeles. Pero si de corretear se trata, estará encantado de tener un juguete de arrastre (una carreta, o un objeto similar), especialmente si produce algún sonido al desplazarse. Algunos de estos juguetes suenan más rápido si el peque va más rápido. Lo adorará.

Si quieres ayudarle a desarrollar la motricidad fina, puedes ensayar varios juegos. Uno de los más comunes es el de “enhebrar”. Toma un pedazo de cartón, suficientemente resistente, y ábrele unos agujeros grandes. Luego muéstrale a tu hijito cómo se mete un cordón a través de ellos y pídele que lo intente. Debes comenzar con algo que sea muy sencillo y luego ir aumentando, poco a poco, la complejidad. Ver bloques de madera que ayudarán a desarrollar la motricidad fina y coordinación. 

Un espejo irrompible, ubicado a su altura en el baño o en la habitación, le resultará extraordinario. En esta edad están aprendiendo a reconocerse. Mirarse al espejo tiene para ellos un toque mágico y maravilloso. Se verán una y otra vez. Harán muecas. Mostrarán sus dientes y al mismo tiempo emprenderán el camino para formarse una imagen de sí mismos.

No olvides que el juego es para tu hijo mucho más que una diversión. Está incrementando sus habilidades físicas, intelectuales y emocionales. Se sentirá más seguro y animado a explorar nuevas actividades si tú estás cerca. Un niño tiene un desarrollo sano cuando cuenta con un adulto amoroso que lo acompaña con paciencia y entusiasmo en esa hermosa experiencia de abrir los ojos al mundo 

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